El problema del pago de las hipotecas es crucial para el sector bancario chino, ya que el mercado inmobiliario ha sido uno de los factores importantes del crecimiento de la economía local en la última década. Pero ahora, según el Wall Street Journal, los chinos han empezado a negarse a pagar proyectos inmobiliarios inacabados. El auge del interés por la vivienda en el país ha llevado a la preventa de propiedades y al pago de hipotecas meses o años antes de que se terminen los edificios reales. Sin embargo, en 2020, el Gobierno ha tomado medidas enérgicas contra el rápido endeudamiento de los promotores inmobiliarios del país y ha establecido límites estrictos, lo que ha provocado una ralentización de la construcción y el resentimiento de los pagadores, que no quieren esperar más por sus propiedades. Las estimaciones hablan de una pérdida prevista de entre 300.000 y 350.000 millones de dólares si los prestatarios dejan de pagar todos los pisos y casas en construcción.
La trampa de la deuda
Otra bomba de relojería puede ser el mencionado programa de construcción en el marco de una iniciativa llamada Nueva Ruta de la Seda, que China lanzó hace nueve años. Sin embargo, ahora es incierto si los países a los que ha proporcionado ayuda a través de este proyecto podrán devolver sus obligaciones. En general, China se enfrenta desde hace tiempo a críticas por conceder a los países pobres préstamos desfavorables e intentar utilizar los problemas de reembolso que se derivan para reforzar su influencia. La incapacidad de reembolso obliga a menudo a los países a efectuar pagos en forma de bienes o tierras. Las trampas de los problemas de este "instrumento de expansión global" ya fueron reveladas en 2021 por un estudio de AidData que describía el problema del sobreprecio, la corrupción y la sostenibilidad de la deuda. Sin embargo, teniendo en cuenta la actual situación económica a la que se enfrenta el mundo, surge la pregunta de si China está creando "inadvertidamente" una trampa de deuda para sí misma de esta manera.
La pandemia ha cambiado las reglas del juego
La pandemia de COVID-19 y las restricciones relacionadas han causado considerables problemas económicos a las economías desarrolladas, mientras que las economías en desarrollo han sido literalmente puestas de rodillas. El colapso económico de Sri Lanka, que tiene una deuda con China de al menos 5.000 millones de euros, es un modelo ejemplar de a dónde podría llegar la situación y, según las autoridades mundiales, otros países como Laos y Maldivas corren el riesgo de caer en una situación similar. China es uno de los mayores acreedores de estos Estados. El impago de las deudas de otros países en desarrollo podría causarle graves problemas en la situación actual, en la que la carga de la deuda del país está aumentando considerablemente. Las deudas totales del Estado, las empresas y los ciudadanos combinadas podrían alcanzar hasta el 275% del PIB este año, según estimaciones de Bloomerg.
Una mala noticia tras otra
China tiene que hacer frente a más noticias negativas este año. Además de los problemas ya mencionados, en abril asistió al colapso de los bancos de la región de Henan, donde desaparecieron 6.000 millones de dólares y los clientes se vieron repentinamente incapaces de acceder a su dinero. Sólo después de varias protestas intervino el principal regulador bancario de China, el CBIRC, para compensarles. Además, el 24 de julio apareció en el sitio web del CBIRC la información de que el regulador también estaba investigando a un inspector de la sucursal de Henan por faltas disciplinarias. Todavía no se han hecho públicos más detalles.
El resultado lógico de la situación son las preguntas y preocupaciones emergentes sobre si otros bancos en el mercado local también podrían incumplir, lo que agravaría la situación actual y añadiría otra ola de sentimiento negativo al mercado local chino, así como al mercado global.
Olivia Lacenova, analista de Wonderinterest Trading Ltd.